Había una vez un niño que no quería comer, y su mamá siempre se enfadaba con él a la hora de la comida.
- Este niño nunca quiere comer, te vas a quedar pequeño si no comes -.
- Es que no me gusta -.
- Pero Adrián, nunca te gusta nada, hijo -.
- Es que el pescado es lo que menos me gusta-.
- Pues el pescado sirve para que crezcas y seas un niño grande -.
Pero Adrián seguía sin querer comer, y así pasaban los días.
Un día Adrián se dio cuenta de que era el niño más bajito de su clase, y le preguntó a su mejor amigo:
- Oye Marcos, ¿tú por qué eres más alto que yo? -.
- Pues no lo sé – dijo Marcos – mi mamá siempre dice que hay que comer, y que hay que comer sobre todo pescado, yo como mucho pescado, ¿sabes? -.
Entonces Adrián se quedó pensativo; “¿será verdad lo que dicen mi mamá y Marcos?”.
Un día en el colegio organizaron un torneo de baloncesto, a Adrián le gustaba mucho el baloncesto y quería participar, pero no le eligieron por ser el más bajito.
Se fue muy triste a casa. Pero entonces pensó: “si hago lo que dice mi mamá, y como de todo, entonces creceré tanto como Marcos”.
Y así fue, comió y comió durante muchos días y consiguió crecer, se hizo el más alto de la clase y le eligieron para jugar al baloncesto.
Todos en su equipo estaban muy contentos porque habían ganado el torneo de baloncesto.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Autora: María Ortiz Ortega
martes, 4 de marzo de 2008
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