La facultad intelectual de imaginar es una de las más difíciles de medir mediante métodos científicos. Sin embargo, algunos psicólogos han usado diversas técnicas en el intento, como enseñar a niños de diversas edades diferentes ilustraciones, pidiéndoles que improvisen un cuento corto sobre las mismas, o dándoles una historieta incompleta para pedirles que ellos mismos la terminen hasta llegar a un desenlace. Estas pruebas han demostrado que un 40% de los niños no tienen una imaginación muy fértil y un 45% revela cierto grado de imaginación muy rica y altamente creativa. También se ha probado que los niños tienden más a imaginar los hechos, mientras que los adolescentes se inclinan a imaginar los deseos y las emociones. Se sabe igualmente que la imaginación tiende a aumentar con la edad, y que en las niñas aumenta más que en los varones.
La imaginación debe ser estimulada por los papás y las maestras. Esto, tomando la precaución de que no absorba al niño casi por completo, hasta el punto de hacerle distorsionar la realidad y vivir casi exclusivamente en un mundo de fantasías. A menos que estorbe el nexo del niño con el mundo real, los padres de familia no deben preocuparse si en algunos momentos sus hijos "sueñan despiertos". Las creaciones imaginarias de los pequeños no deben ser rechazadas o tratadas como tonterías. Si al contrario se les presta atención, se estará contribuyendo a un mejor desarrollo integral del niño.
Los compañeros imaginarios son la expresión más conocida de esta facultad humana, y son totalmente normales a los cinco años de edad y hasta los seis. Puede ser un hermanito, un amigo o una mascota. Estas construcciones rara vez son dañinas para el pequeño. Lo que si muestran es que necesita un poco más de compañía infantil, a pesar de que su relación con sus padres sea buena, además de más oportunidades de juego y esparcimiento con otros niños de su edad.
martes, 30 de diciembre de 2008
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